Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas

La verdadera libertad y paz no se encuentran en la búsqueda obsesiva de riqueza, fama, poder o placeres, sino en el cultivo de la virtud y en nuestra relación con lo trascendente.

Jesús nos lo enseña con este versículo clave:

“Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33).

Este pasaje nos invita a poner a Dios primero en nuestra vida, confiando en que lo demás vendrá por añadidura. Ahora profundicemos en este mensaje, conectándolo con el pensamiento estoico para explorar temas como el ego, la libertad interior y el poder del servicio.


1. Buscar el Reino de Dios: Priorizar lo esencial

Lo que Mateo 6:33 nos enseña es que la clave está en reordenar nuestras prioridades. La obsesión por el dinero, la fama o el poder es una trampa del ego, que nunca se satisface del todo. El ego siempre busca más: más riquezas, más reconocimiento, más control. Sin embargo, nada de eso trae paz duradera. Jesús nos invita a buscar primero el Reino de Dios y vivir según su justicia.

Buscar el Reino de Dios significa:

  • Alinear nuestras acciones con los principios divinos y la virtud.
  • Vivir en amor, justicia y humildad.
  • Confiar en que Dios proveerá lo necesario, sin vivir atados al miedo o al futuro.

Si ponemos primero a Dios y lo demás vendrá por añadidura, descubrimos que las cosas materiales dejan de ser nuestra preocupación principal.


2. La trampa del ego: Dinero, fama, poder y placeres

Jesús y los estoicos coinciden en que el ego nos esclaviza a deseos insaciables. Veamos cómo cada uno de estos aspectos afecta nuestra libertad:

  • El dinero:
    Jesús advierte que “no se puede servir a Dios y al dinero” (Mateo 6:24). El dinero es útil, pero cuando lo convertimos en nuestro amo, vivimos esclavizados por el miedo a perderlo. Sin embargo, si confiamos en Dios y en su justicia, el dinero se convierte en una herramienta que llega en la medida en que lo necesitamos.
  • La fama:
    La búsqueda de reconocimiento externo es otra forma de esclavitud. Vivimos intentando impresionar a los demás, olvidando quiénes somos realmente. Jesús nos enseña que “quien se humilla será exaltado” (Mateo 23:12). En otras palabras, cuando dejamos de buscar fama y actuamos con sinceridad, ganamos respeto auténtico y paz interior.
  • El poder:
    El poder verdadero no está en dominar a los demás, sino en servirlos con humildad. “El que quiera ser el mayor entre vosotros, sea vuestro siervo” (Mateo 20:26). Tanto la Biblia como el estoicismo subrayan que el verdadero poder surge del carácter y la virtud, no del control.
  • Los placeres:
    Aunque los placeres no son malos, cuando se convierten en nuestro objetivo principal, nos volvemos sus esclavos. El estoicismo enseña que la moderación y la gratitud son esenciales para disfrutar de la vida. Jesús nos recuerda: “No os preocupéis por lo que habéis de comer o beber” (Mateo 6:25). Aprender a vivir con poco nos hace más libres y agradecidos.

3. La verdadera libertad: Vivir sin apegos

Tanto la Biblia como el estoicismo nos enseñan que la verdadera libertad consiste en necesitar menos. Epicteto decía: “La libertad no consiste en obtener lo que deseas, sino en no desear lo que no necesitas.” De la misma manera, Jesús nos invita a buscar a Dios y confiar en que lo necesario vendrá por añadidura.

Cuando dejamos de perseguir riquezas o fama, descubrimos que somos más libres de lo que imaginábamos. Al poner a Dios primero, las cosas materiales pierden su importancia, y cualquier bendición adicional se recibe como un regalo, no como una necesidad desesperada.


4. El poder del servicio y la gratitud

Jesús nos recuerda que “más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). Cuando servimos a los demás sin esperar nada a cambio, generamos relaciones auténticas y ganamos influencia desde la humildad. De forma similar, los estoicos enseñan que el servicio es una expresión de virtud.

La gratitud es clave tanto en el cristianismo como en el estoicismo. Vivir agradecidos por lo que tenemos, en lugar de obsesionarnos con lo que nos falta, nos ayuda a encontrar alegría en las pequeñas cosas. San Pablo lo resume así: “He aprendido a contentarme con lo que tengo” (Filipenses 4:11).


5. La paradoja de la renuncia

Tanto Jesús como los estoicos nos enseñan que la verdadera riqueza no está en lo que poseemos, sino en quiénes somos. Mateo 6:33 refleja esta paradoja: al poner a Dios primero, descubrimos que lo demás viene por añadidura. Las cosas materiales ya no dominan nuestra vida, sino que se convierten en herramientas para servir y vivir en gratitud.

Al abandonar el ego y enfocarnos en el Reino de Dios y su justicia, experimentamos una paz profunda que no depende de las circunstancias externas. Este es el tipo de libertad que ninguna riqueza ni poder puede otorgar.


Conclusión: Vivir con confianza, gratitud y servicio

Jesús nos invita a poner a Dios primero y confiar en que lo demás vendrá por añadidura. De forma similar, el estoicismo nos anima a vivir en virtud, sin apego a las cosas externas. Al vivir con gratitud y moderación, encontramos alegría incluso en lo más sencillo.

Mateo 6:33 nos enseña que la verdadera libertad está en soltar los apegos y confiar en que Dios proveerá lo necesario. Cuando priorizamos lo espiritual sobre lo material, descubrimos que somos suficientes tal como somos, y cualquier bendición adicional llega como una añadidura.

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