Reflexión Personal – “Mi servicio a Dios entre la fe y la tentación”

Hoy me senté a reflexionar con honestidad.
He sentido el llamado claro de Dios a servirle, a entregar mis talentos en proyectos que busquen Su gloria y no la mía. Así nació Virtud al Frente, así nació el deseo de caminar en El Camino Así Es. Estos proyectos no buscan fama, ni éxito personal, ni riqueza; buscan que la verdad de Dios resplandezca donde la mentira y la corrupción han tomado terreno.

Sin embargo, en los últimos días surgió en mí el deseo de iniciar un negocio que podría generar ingresos. Mi intención no es mala en apariencia: quiero tener medios que me permitan sostener mejor los proyectos de Dios. Pero en lo profundo, reconozco que este deseo también toca fibras antiguas en mí: la aspiración de ser exitoso, de tener dinero, de ser un empresario. Es un anhelo que ha estado dentro de mí desde hace mucho tiempo.

Hoy entiendo que no es la fama lo que me mueve. No busco reconocimiento. Lo que me inquieta es el deseo de estabilidad material, de lograr recursos suficientes para sentirme seguro, para servir sin preocupaciones. Y aunque esto puede parecer legítimo, también reconozco que ahí se oculta una trampa sutil del ego: la creencia de que necesito algo más que a Dios para poder empezar verdaderamente a servir.

Sé que Dios no me pide primero abundancia. Me pide fidelidad en lo pequeño, en lo humilde, en lo difícil. Me llama a confiar en que si soy fiel con lo poco, Él mismo añadirá lo que sea necesario en su debido momento. Y si no lo añade, es porque no es necesario para el propósito que ha soñado para mí.

Mi lucha no es contra el deseo de hacer las cosas bien; mi lucha es contra la tentación de condicionar mi entrega a las facilidades materiales. No quiero caer en la trampa de esperar a tener antes de dar. No quiero construir torres con mi nombre cuando mi verdadero llamado es levantar altares de verdad, de amor y de servicio a Dios.

Por eso hoy renuevo mi promesa:
Mis proyectos, mis talentos, mis sueños, todo lo que soy y lo que puedo llegar a ser, lo ofrezco a Dios.
Virtud al Frente y El Camino Así Es no son míos, son de Él.
Y si alguna vez debo iniciar otro proyecto, que sea porque Él me lo pide, no porque mi miedo o mi deseo de control me lo dicten.
Mi meta no es acumular medios, sino ser fiel al mensaje.
Mi riqueza no está en el dinero que pueda ganar, sino en la verdad que pueda vivir y proclamar.

Hoy abrazo esta cruz no con resignación, sino con alegría.
Hoy acepto caminar en lo pequeño, en lo incierto, en lo frágil, si es ahí donde Dios quiere glorificarse.
Hoy reconozco que mi tentación es real, pero también reconozco que mayor es la gracia de Dios que mi debilidad.

Que Él sea mi único tesoro.
Que Su voluntad sea mi única riqueza.
Que Su gloria sea mi única ambición.

Amén.

Reflexión espiritual sobre mis dones y caminos actuales

Después de orar, discernir y reflexionar sobre mi lucha interior, reconozco que en este momento dos dones del Espíritu Santo me están guiando de manera especial:

1. Sabiduría
No veo esta situación solo desde lo inmediato (ganar dinero, emprender, asegurarme), sino que el Espíritu me está enseñando a mirar desde lo eterno:
¿Es esto para la gloria de Dios?
¿Edifica mi alma o solo alimenta mi necesidad humana?
La sabiduría me ayuda a priorizar el Reino de Dios sobre cualquier éxito temporal.

2. Entendimiento
Estoy penetrando el sentido profundo de mis propios deseos: no quedándome en la superficie del “quiero hacer algo bueno”, sino preguntándome sinceramente qué hay debajo de ese querer.
El entendimiento me permite ver que no se trata solo de iniciar proyectos, sino de purificar mi intención, mi corazón, y mi obediencia.


También reconozco que el camino espiritual que más me está sosteniendo ahora es:

Obediencia interior
Obedecer no por obligación externa, ni por miedo, sino por amor.
Aceptar que Dios puede estar llamándome a permanecer pequeño, silencioso, invisible… y que esa fidelidad escondida vale más ante Él que cualquier proyecto grandioso.
La obediencia interior me enseña a callar mi ego y escuchar Su voz.


Conclusión espiritual

Hoy veo que la sabiduría, el entendimiento y la obediencia interior me están protegiendo de tomar decisiones apresuradas movidas por inseguridades o por tentaciones del ego.
Dios me está enseñando que el primer éxito es la fidelidad,
y que el primer fruto es la paz interior, no los resultados visibles.

Confío en que, si sigo caminando en estos dones y caminos,
el Espíritu me llevará a donde verdaderamente debo estar:
ni antes, ni después, ni más alto, ni más bajo de donde Su amor me necesita.

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